Futuros Esposos y el Dinero

chino bravo
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La pareja es una unidad social y como tal ha de tener una economía propia y bien establecida. Que exista un dinero en común y se tomen las decisiones sobre él en conjunto y por consenso es un elemento fundamental en el funcionamiento de la pareja. Cómo se aporta ese dinero en común depende de las características de cada pareja.


No hay que olvidar que, incluso en el régimen de separación de bienes cada miembro del matrimonio tiene la obligación de contribuir a la economía de la pareja de forma proporcional a sus ingresos. Una diferencia importante entre la separación de bienes y el régimen de gananciales es que las ganancias de cada uno de los bienes privativos son suyas y no tiene que pedir ningún permiso al otro para hacer con ellas lo que quiera, es decir, la separación de bienes da una independencia a las partes en el manejo de sus bienes, que no existe en el régimen de bienes gananciales.

Hay que tener cuidado con las diferencias entre los bienes de uno y otro cuando son importantes. Si la diferencia es muy grande, en la separación de bienes, el miembro “pobre” de la pareja puede sentirse “agradecido” al otro por su generosidad. Así queda la relación económica clara y explícita. En el caso de bienes gananciales, el que más ingresa “regala” al otro la diferencia y lo hace implícitamente, el “pobre” tiene derecho a la mitad de los ingresos.

Cuando las diferencias no son muy grandes el régimen solamente influye en la forma de compartir la vida.

Lo importante es dejar muy claras, explícitas y legalmente respaldadas las relaciones económicas entre los miembros de la pareja, porque, si las cosas van bien en la pareja, no hay problema; pero si van mal, se evitan muchos disgustos.

Las relaciones económicas pueden ser fuente de problemas, que surgen cuando un miembro siente que el otro abusa. Por ejemplo, un tema común. Se funciona en separación de bienes. Uno ha comprado un piso antes de estar en pareja y viviendo juntos las finanzas en común son inevitables y, si uno paga la comida para que el otro pague el piso…. Cuando el que no es dueño del piso se da cuenta que en realidad le está ayudando a pagar el piso al otro, pueden surgir discusiones.

Si se percibe que se está “haciendo mal”, ¿cuál es la mejor forma de reconducir la situación?
La comunicación y la generosidad. Las relaciones económicas tienen que estar muy claras, respaldadas legalmente y ser equilibradas de forma que nadie se sienta timado ni abusado. Pero dentro de esa filosofía, para vivir en común, se ha de ser generoso con el otro, no se puede estar midiendo al mínimo lo que cada uno aporta.

¿Existen estudios que relacionen los problemas económicos con el divorcio?
Existen estudios que muestran que gastar el dinero de manera irresponsable aumenta de forma clara las posibilidades de divorcio.

En donde la economía toma un protagonismo total es precisamente a la hora de la separación. En esos momentos se puede llegar a tomar decisiones precipitadas y, a la larga muy dañinas, llevados por el deseo de acabar como sea con una relación muy dolorosa o viceversa, se trata de arruinar al otro para vengarse.

¿Cuál cree usted que es el régimen financiero más común entre matrimonios y parejas de hecho hoy en día?
En la parejas de hecho el régimen es equivalente a la separación de bienes, porque no suele pactarse y muchas veces ni siquiera explicitarse. La mayor parte de los matrimonios se acoge al sistema económico que existe por defecto en el lugar en el que se casan, en España es gananciales excepto en Cataluña y Baleares, que es en separación de bienes.

¿Qué factores marcan las diferencias? ¿Tiene que ver si ella gana más o menos que él, el nivel cultural, si se trata de un segundo matrimonio, si son gays, si hay hijos anteriores, etc.?
En cada pareja el régimen económico más idóneo depende de su situación particular. Actualmente muchas parejas se forman con una visión de futuro limitada: “mientras dure” o “en tanto en cuanto sienta eso por ti”; por eso, las relaciones económicas se plantean de manera que la separación sea más fácil.

Las parejas que tienen hijos de anteriores matrimonios se suelen plantear claramente los aspectos económicos, por salvaguardar los derechos de los hijos anteriores a la formación de la pareja. Entonces hay que ser muy cuidadosos para que el otro no piense que está financiando a unos hijos que no son suyos y con los que, a veces, es difícil llevarse bien.

Como problema a señalar es que, a veces, olvidan la importancia de tener una economía común en la pareja, con el régimen que sea.

¿Pactar un preacuerdo económico no pone en tela de juicio el amor?
Seguramente mucha gente piensa así; pero el matrimonio, socialmente, es un contrato entre dos personas en el que el acuerdo económico es fundamental. Es, además, un acuerdo de colaboración y de entrega del uno al otro, que se plasma en la forma de llevar las finanzas. Ahora bien, el dinero es un tema desagradable y, por eso, muchos evitan hablar de ello. Hacer un acuerdo Aclararlo puede evitar problemas futuros.

¿Cuál sería la manera más práctica de administrar el dinero, controlar los gastos?
Depende de las habilidades de cada uno. Antiguamente era la mujer la que administraba el dinero y el hombre quien lo ganaba; pero actualmente ya no es así: puede existir una división de funciones, en este aspecto igual que en muchos otros: un miembro de la pareja se encarga de un aspecto particular, porque le gusta, por responsabilidad o simplemente porque no lo odia.

Consejos y otras consideraciones
Mi consejo es que, sea el que sea el régimen económico que se adapte mejor a la pareja, es aconsejable que sea explícito, claro y legalmente basado.

Otro consejo es que se lleven unas finanzas en común. Porque decir “esto lo pago yo” y “esto lo pagas tú”, en todo momento, puede dar lugar a problemas si se producen desequilibrios y pactar unas finanzas en común es un medio para evitarlos.

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