Es una tradición repartir y enviar las invitaciones a los invitados, valga la redundancia.
Para las tarjetas de boda no existen normas fijas. Podemos inclinarnos por el clasicismo de las tarjetas blancas y rectangulares con caligrafía gótica, hasta las cartulinas de colores vivos o de papel de seda, pasando por diferentes formas y tamaños.
En las invitaciones se pueden incluir todo tipo de detalles como dibujos, frases de amor o agradecimientos futuros. Lo que si que deben contener necesariamente, además de la invitación en si, son los nombres y apellidos de los novios, optativamente el de los padres, lugar del enlace y lugar del banquete, fecha y hora.
Conviene incluir otros datos como lista de bodas, necesidad de puntualidad, la necesaria confirmación con el teléfono correspondiente, y lo que los novios vean necesario como ubicaciones de los lugares si están alejados o perdidos.
En cuanto a quien invitar, todo se debe basar en el presupuesto, en la capacidad de los lugares de celebración, y en quienes quieren los novios que les acompañen en su día especial.
Las invitaciones deben remitirse con tiempo suficiente, si es posible alrededor de los 60 días previos, para dar tiempo a los invitados a planificar sus fechas, especialmente si coinciden con las épocas vacaciones de verano.
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