Si tienes que presentar tu pareja a tus padres, tendrás que pensar en cómo son ellos: para algunos padres se trata de una formalidad, otros son muy exigentes y el encuentro se transforma casi en un test. En cualquier caso, lo primero que tienes que hacer es que las dos partes estés preparadas. Las sorpresas no son una opción en este caso. Habla a tus padres de tu pareja, cuéntale qué hace, cómo vive, qué le gusta. Y haz lo mismo con tu pareja. Así les ayudarás a conocerse un poco antes, a pensar en posibles temas sobre los que podrán hablar. Intenta dejar claras las cosas que tienen en común, para que se sientan más cerca.
Elige un lugar adecuado. A menudo el encuentro ocurre en casa de los padres, pero si te parece un territorio poco neutral, organiza una cena o una comida en un restaurante que te guste. No vayas al más caro o al más elegante, elige algo de categoría intermedia, para que el ambiente sea distendido y natural.
Si, por otro lado, eres tú quién va a conocer a los padres de tu pareja, entonces tendrás que cuidar sobre todo tu presentación. No malinterpretes: una preparación excesiva no te hará ningún bien. Acabarás obsesionándote y estresándote más de lo necesario. Lo que puedes hacer es preguntar: infórmate acerca de tus suegros, para saber con quién va a tener que pasar el día, e intentar anticipar sus reacciones. Sin exagerar.
Cuando llegue el momento, sé natural, no exageres, y no intentes ser alguien que no eres. Se van a dar cuenta. Tienes que crear un buen ambiente, íntimo y relajado. Pero tampoco te relajes demasiado, parecerá que no te importa. Sobre todo, no exageres con el vino, o con las confidencias. Recuerda que no se trata de una pareja de nuevos amigos: son los padres de tu pareja. Hay que mantener un poco las distancias, o la situación a largo plazo puede degenerar.
